Introducción
febrero 13, 2021¿Qué tienen de malo los alimentos industriales?
abril 5, 2021La experiencia de la pandemia por el virus Sars Cov 2 nos enseña que consumir alimentos sin aplicación de agroquímicos ni aditivos y evitar los productos transgénicos o aquellos, como la carne, en los que hayan usado antibióticos y hormonas, es fundamental. Fortalecer el sistema inmunológico es un tema de responsabilidad básica.
Uno de los principales factores del sistema inmunológico se encuentra en la flora intestinal, por lo que se debe pensar muy bien en los alimentos que la refuerzan y los alimentos que la dañan.
El enfrentamiento contra el nuevo coronavirus o contra cualquier enfermedad se libra con el sistema inmune, el cual, por otra parte, escribe en cada batalla un pequeño testimonio que va a preparar para el éxito de futuros embates (razón por la cual es imprescindible no suprimir los síntomas de una enfermedad por medio de fármacos).
La buena nutrición es un elemento básico en que los médicos de cualquier disciplina están de acuerdo. El debilitamiento del sistema inmune está asociado a distintos factores en distintas medidas, pero existe un consenso en que una buena alimentación es determinante. Una buena alimentación se asocia con una dieta variada con alimentos frescos y ricos en vitaminas y minerales. La procedencia o calidad de los alimentos, por ejemplo, de las grasas que introducimos en nuestra alimentación cotidiana es fundamental. Consumir regularmente productos lácteos fermentados –como kéfir– también es muy recomendable.
El problema es que los efectos de la COVID-19 se han manifestado en el consumo de alimentos de diversas maneras; por una parte, la conciencia de una mejor alimentación ha aumentado, pero, por otra parte, las carencias económicas han derivado en un mayor consumo de productos chatarra. Estos son alimentos de bajo costo, pero no saludables. La pandemia ha traído problemas en el bolsillo y por tanto la conciencia implica también un mayor esfuerzo en este sentido. La situación nutricional está directamente asociada con los ingresos económicos y por tanto el esfuerzo que se requiere para llevar una buena alimentación también implica reasignar prioridades en los gastos.
Las competencias alimentarias que se recomiendan en general son:
- Inocuidad de alimentos.
- Producción casera de alimentos.
- Compras responsables.
- Compras directas a pequeños agricultores o mercados locales.
- Aprender a cocinar.
- Revitalizar la cocina local.
- Disminuir los desperdicios alimenticios.
- Lactancia materna.
En este contexto, los alimentos orgánicos conforman un interés principal en cuanto son alimentos con mayores nutrientes y sin residuos de sustancias de síntesis química nocivas para la salud. El cuidado del planeta también es un asunto de conciencia fundamental, pero la salud de la tierra la trataremos en otro momento.